Nosotros escuchamos enseñanzas, leemos libros, sabemos mucho, pero no vigilamos nuestra propia negatividad, lo que sí vigilamos son los defectos de los demás: «este ha hecho algo mal», «el otro se comporta mal…» Pero esta no es la práctica real, porque de esta forma tus propios engaños no disminuyen. En Tíbet hay un refrán similar al de «ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio», dice: «no vemos nuestra cara que es como la de un toro pero las caras de los demás, como hormigas, sí las vemos».

Otro ejemplo de la diferencia entre los no practicantes (la gente ordinaria) y los santos o yoguis es que los primeros siempre consideramos nuestras cualidades, nuestras propias virtudes o nuestras justificaciones, pero no las cualidades de los demás, en ellos solo vemos defectos. Ambos grupos de personas, yoguis y seres ordinarios, buscamos lo mismo pero lo hacemos de manera contraria y, por supuesto, los resultados también lo son. Nuestra forma actual de pensamiento necesita un cambio. Cualquier mente que actúe como obstáculo para que generemos respeto por los demás es un engaño.

Los engaños son enemigos, si se lo permitimos nos dañan en esta vida y lo harán en las futuras. Los engaños son enemigos interiores que tenemos desde siempre y, realmente, son los únicos enemigos que nos pueden hacer daño, tienen el poder de llevarnos a los reinos inferiores, tienen más poder que todos los dioses juntos. En cambio, nosotros creemos que los verdaderos enemigos son los exteriores, pero estos no son permanentes, en cualquier momento una persona que tenemos como enemigo puede convertirse en un amigo, puede cambiar la situación, pero cuando se trata de los enemigos interiores, los engaños, estos los tenemos desde siempre, desde las vidas pasadas y pueden acompañarnos a las futuras

😊 Se trata de adiestrar nuestra mente y para ello necesitamos un Maestro que guíe el proceso.

A veces infravaloramos nuestra propia valía y nuestra mente cae, se desploma y no quiere saber nada de continuar este camino, pero podemos ver el error y cambiarlo, adiestrarnos, traer otra mente con más fortaleza; en nuestra mente está la semilla de la Iluminación. Los budas también eran seres ordinarios antes de entrenarse, como nosotros. Necesitamos una mente fuerte, estable y aquí la guía del Maestro viene en nuestra ayuda para discernir la mente negativa y transformarla, y educar la mente positiva, tal como hacen los padres con los hijos, equilibrando el desarrollo del niño, vigilando desde un corazón en el que dentro hay compasión.

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**Todo lo recaudado con la venta de los libros publicados por la Fundación Chu Sup Tsang es para sufragar los gastos de la futura construcción de la BIBLIOTECA Y GOMPA en el

Monasterio Chu Sup Tsang . Universidad budista (España).

Por el beneficio de todos los seres 😊

Muchas gracias por vuestra colaboración

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