Sadana breve de Chenrezig mil brazos

Considerado una emanación del Buda Amithaba, de una lágrima suya, derramada ante la visión del sufrimiento de todos los seres en samsara, surgió TARA para comprometerse con él en su misión de beneficiar a los seres, pacificar sus obstáculos y ayudarles a salir del sufrimiento.

Chenrezig se comprometió pronunciando: «Mientras haya un solo ser que no haya obtenido el despertar, me esforzaré por el beneficio de todos ellos. Si rompo esta promesa, se rompa mi cuerpo en mil pedazos».

Un día, desde lo más alto del Monte Meru, observó con su ojo de sabiduría, cuántos seres había ayudado en su liberación y cuántos permanecían aún en samsara. Viendo que los que vagaban todavía en el samsara, atados al sufrimiento por las cadenas del karma y los engaños, eran todavía innumerables, exclamó con gran tristeza: «Yo no tengo capacidad para ayudar a todos los seres. Es mejor que descanse en el nirvana»

Este pensamiento contradijo su promesa y su cuerpo explotó entonces en mil pedazos. El Buda Amithaba, por el poder de su gracia, reconstruyó el cuerpo de Chenrezig dándole once caras y mil brazos, además de mil ojos que simbolizan a los mil budas de este eón afortunado.

Amithaba instó a Chenrezig a retomar su promesa con más fuerza aún y le transmitió el mantra de seis sílabas OM MA NI PED ME HUM. Su recitación se recomienda desde entonces para cualquier situación de peligro o aflicción, para ayudar a los que sufren y a los seres en tránsito de una vida a otra.

Chenrezig, y Tara, siguen manifestándose de múltiples formas ante nosotros en su compromiso con el alivio del sufrimiento de todos los seres sintientes, hasta el fin de samsara.